(Nana. “Cancionero Musical de la Provincia de Alicante”- Salvador Seguí).
Intérpretes:
– Montserrat Figueras (Canto).
– Arianna Savall (Canto).
– Marc Hantaï (Flauta travesera barroca).
– Xavier Díaz-Latorre (Guitarra barroca).
– Jordi Savall (Viola de gamba).
– Dimitris Psonis (Campanillas)
(http://www.alia-vox.com/)
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Imágenes: Pinturas de Remedios Varo (España).
LETRA:
– Mareta, mareta, no’m faces plorar,
compra’m la nineta avui qu’es el meu sant.
Que tinga la nina hermosos els ulls,
la cara molt fina i els cabells molt rull.
– Marieta, Marieta jo es cantaré
una cançoneta que ta adormiré.
Dorm-te, neneta, dorm si tens son.
Dorm-te, neneta, dorm si tens son.
[TRADUCCIÓN]:
– Madrecita, madrecita, no me hagas llorar,
cómprame la muñequita que hoy es mi santo.
Una muñeca que tenga los ojos muy bonitos,
la cara muy fina y los cabellos muy rizados.
– Marieta, Marieta, yo te cantaré
una cancioncita y te dormiré.
Duérmete, nenita, duerme si tienes sueño.
Duérmete, nenita, duerme si tienes sueño.
[LA CANCIÓN DE CUNA]
A lo largo de todos los tiempos y más allá de todas las fronteras culturales, cantar ha sido una de las manifestaciones vitales fundamentales de la existencia humana. Junto con los llantos fúnebres cantados, las danzas y canciones relacionadas con galanteos y bodas, los cantos de trabajo o la música para actos rituales, la interpretación de canciones de cuna se remonta ya a tiempos inmemoriales. En este sentido, ningún otro ámbito musical es tan similar ni va tan estrechamente ligado a la esfera vital femenina como éste, ya que salvo contadas excepciones -como representaciones teatrales con actores masculinos- el arrullo de un bebé, y con ello también el canto tranquilizante de las canciones de cuna, quedaba reservado a la vida diaria de las mujeres. Aunque no siempre se trataba de la madre del niño: así, las damas nobles de la Europa medieval y de principios de la Edad Moderna casi nunca arrollaban a sus niños, sino que se los entregaban a una niñera; del mismo modo que, en la vida cotidiana rural, las obligaciones del campo durante siglos conllevaron que fuesen principalmente las mujeres mayores o las chicas jóvenes quienes se encargasen del retoño.
También desde el punto de vista musical, en todas las culturas, las canciones de cuna presentan a menudo, más allá de una variedad y diversidad obvias, una serie de características similares: en la mayoría de casos, se trata de canciones en estrofas con una tesitura normalmente baja, facilmente accesible para cantantes inexpertas. Además, a menudo están formadas por un bajo número de componentes melódicos, algunos de los cuales, a veces, se repiten dentro de una misma estrofa; a esta melodía se añade la letra de más estrofas de forma arbitraria hasta que el niño se duerme. Muchas canciones poseen además un refrán o estribillo, que contiene sílabas de arrullo onomatopéyicas como las sílabas “nana” en español, “ninna nanna” en italiano, “nana-nana” en portugués, “lulla lulla” en inglés, “noumi, noumi” en hebreo, “bayu bay” en ruso, “eya eya” en latín …
Especialmente en el estribillo se optaba una y otra vez por una articulación rítmica bastante homogénea, de modo que, paralelamente al canto de la melodía, se pudiera realizar el tranquilo y cadencioso movimiento con el que se arrollaba al niño hasta que se dormía.
Las canciones de cuna se trasmiten de generación en generación y, en algunos casos, pueden llegar a convertirse paulatinamente en un modelo conocido y reproducido en todo el territorio de una región o de un país entero; aunque tampoco es extraño que, por el contrario, a lo largo de la transmisión oral, se modifiquen, ya sea con la aparición de variantes melódicas o con adornos vocales, mediante modificaciones del texto o la improvisación de nuevas estrofas.
Desde el siglo XVI, las canciones de cuna encontraron cabida en las composiciones de música culta, ya fuese en forma de transcripciones y armonizaciones directas o extensos arreglos de modelos tradicionales, o bien de un intento consciente de reproducir una sonoridad popular en composiciones de nueva creación.
La nana “Mareta, mareta, no’m faces plorar” que ya existía en el año 1700 y que aquí se interpreta en forma de diálogo de dos cantantes, trata del deseo incumplido de una niña de que le regalen una muñeca el día de su santo.